BOLSO DEL CORONEL TAPIOCA by Silverio López.

En la asignatura Teoría del Interiorismo hemos estado unas cuantas clases indagando en la metodología proyectual centrándonos principalmente en dos autores: Bruno Munari y John Cristopher Jones. A propósito de ellos se me ocurrió una práctica interesante: analizar algún objeto de diseño (fuese lo que fuese) desde dos puntos de vista contrapuestos pero complementarios, desde el lado técnico del que proyecta el objeto, y desde el lado emocional que une al usuario con ese objeto.

He descubierto un potencial literario en 2º ESDI que me parece digno de elogio y de entre los trabajos expuestos en clase he elegido este (de momento) para compartirlo en el blog. Que lo disfrutéis

ANÁLISIS TÉCNICO.

El objeto a analizar es un manejable bolso mediano , del tamaño de equipaje de mano producido por la conocida casa “Coronel Tapioca”, este bolso está compuesto en su totalidad de algodón en su recubrimiento exterior y nilón para sus compartimentos internos tales como bolsillos y separadores, destacando las unión sólida de las piezas por medio de costuras con hilo bastante resistente. Puede entrar dentro de una estética o diseño, haciendo referencia al nombre con el que se comercializa, de moda de aventura.
Consta de tres cremalleras de plástico que, al ser de este material, aligeran el peso total del objeto que no llega a alcanzar los 500 gramos en vacío, dadas sus medianas dimensiones de apenas 50 centímetros de largo por 30 de alto y diez de fondo( estas dimensiones se entienden como reales con el bolso vacío).
La técnica con la que está compuesto el recubrimiento de algodón es por la técnica de tejido .
El bolso está fabricado en China, y después es trasladado a Europa para su posterior venta, lo cual repercute en su coste acompañado de un logo o marca que diferencia, algunas veces en calidad y otras no , al producto, ya que pueden encontrarse otros modelos no comercializados por esta marca determinada, con una notable diferencia en cuanto al precio en mercado reuniendo características similares.
Este bolso es funcional en todo su conjunto, consta con tres cremalleras de plástico dando acceso a múltiples bolsillos, este sistema de plástico puede resultar falso en algunas ocasiones pero aligera el peso y la rapidez con la que se puede abrir y cerrar cada una de estas cremalleras.
En cuanto al mantenimiento, al estar fabricado en algodón se puede lavar fácilmente y el algodón puede estar tratado para que no empape mucha agua en caso de lluvia. Si hablamos de la ergonomía, el bolso consta de un tirante para colocar en el hombro a tipo de bandolera, y dos agarraderos en la parte superior para dar la posibilidad de cogerlo como equipaje de mano.
El producto puede tener una leve reminiscencia hacia los bolsos usados como mochila por los exploradores o aventureros a lo largo de la historia, tales como arqueólogos o historiadores, recordando al usado por Indiana Jones, lo cual puede facilitar la aceptación de este modelo de bolso por parte del público, siendo útil para su proyección en el mercado.

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ANÁLISIS PERSONAL

Dicen que a las personas que vivimos solas, se nos conoce por la cara de gente interesante que tenemos, quizás por la costumbre de buscarte soluciones rápidas tú solo, como los escritores cuando tienen que seguir cueste lo que cueste una obra hasta terminarla, porque el editor te tiene agarrado por los huevos.
Ya no vivo solo, pero lo echo mucho de menos desde hace tres años a esta parte, para que voy a negarlo, pues siempre he sido una persona bastante independiente, pero aún así también me gusta tener la compañía que yo elijo bastante cerca, bien en forma de amistad o bien en categoría de pareja.
Amistades, lo que realmente entiendo por amistades, sigo teniendo pocas, (como siempre, para que voy a negarlo) conocidos tengo muchos pero me cuesta confiar en lo que no conozco, o tal vez no, depende de donde me encuentre con ello, y en cuanto a pareja, no quiero ni pensarlo.
El día ocho de septiembre de hace siete años, aprovechando la festividad de mi región decidí hacer un viaje a Madrid para visitar uno de mis museos favoritos, el Reina Sofía donde de lo desconocido pasé a conocer a mi pareja durante cinco años enfrente de la “Carmen” de Calder en el patio central del edificio de Sabatini.
Cuando tienes pareja, lo común en determinadas fechas es ceder al consumismo y regalar cosillas que pueden servir de algo, aunque sólo sean simples pisapapeles para salir del paso, pero a mí los pisapapeles, cuando ya tengo algo que se asemeja a una colección de museo, me joden un poco y es cuando me da por elegir mi auto regalo.
El regalo que elegí fue un simple bolso de aventurero de color marrón de algodón y cuero, (con algunos bolsillos bastante atractivos para meter todo tipo de cosas) de la casa Coronel Tapioca, en un principio, para mis continuos viajes de fin de semana a la capital de España y también una maleta de mano a juego de la misma casa para los viajes en avión y continuas escapadas.
La maleta se nos perdió en el camino a Barcelona, el bolso aún lo conservo, (debe ser lo único que aún no se ha roto de todo lo que recibí, y si se ha roto he intentado torpemente coserlo para enmendarlo como esa vez que se me enganchó entre zarzas y se hizo un siete) y aún a pesar de las continuas tentativas de deshacerme de él, se impone la realidad, que no es otra que la de mi economía, que no está para sobresaltos y es entonces cuando el inconsciente me hace utilizarlo para todo, hasta para ir a la piscina.
Con el paso del tiempo, descubro que es uno de esos objetos a los que coges un cariño inesperado y a pesar de los recuerdos que te pueda traer y lo que te puedan minar estos, no eres capaz de verte con otro modelo en las manos , o colgado al hombro como es este caso.
Por el interior de este bolso han pasado desde la ropa de un fin de semana, hasta mi perro, al que tuve que ocultar en un viaje de autobús hasta el pueblo de mis padres durante unos minutos por la inquisitiva y atenta mirada del conductor, una pesada escultura de polvo de mármol, réplica del David de Miguel Ángel, en un paseo en el que los adoquines me destrozaron los pies en Roma, la toalla y el bronceador que compré en la Barceloneta, mis primeros apuntes de los estudios que siempre desee, y así hasta llegar a alguna cosilla inconfesable por la que se me cayó el pelo en la comisaria de Atocha.
Con el paso del tiempo, se tiende a personalizar los objetos, tunearlos o customizarlos como dicen los modernos, pero en este caso el bolso sigue siendo el mismo (a pesar de mi torpe manera de coser los rotos), sin apenas cambios notables que llamen la atención, nada más que un simple llavero de un casco de construcción en miniatura, cedido en estos últimos días por Julia, al que coloqué en una de las cremalleras.
También se me perdió más de una vez, y no sé si fue el azar, pero volvió sano y salvo, por lo que el bolso de aventurero tapioca comprado en Madrid por una persona de la que ya no sé nada, (solamente que ahora comparte otro equipaje y otros bolsos con su actual marido) ha cumplido con creces su misión de aventuras y además se ha convertido en un objeto indispensable, necesario y útil y ha terminado siendo no sólo un bolso corriente, sino también una bolsa de recuerdos, unos gratos y otros capaces de dibujarme una sonrisa en el rostro a pesar de los pesares, que han sido unos cuantos, de los que él es un silencioso y confidente testigo que no se pronuncia y sigue tal fiel como el primer día que me lo colgué al hombro.

SILVERIO LÓPEZ.

3 Respuestas a “BOLSO DEL CORONEL TAPIOCA by Silverio López.

  1. Esto ya huele mejor, me suenan tantas cosas!!!!!!!!!!!
    Es un honor, y un poco vergüenza aparecer en la obertura de tu blog, gracias, entre otras cosas, por ser como yo y cortarle la cabeza a los recuerdos, jajajjajaja.
    un saludo.

  2. Gracias a ti por dejar que lo publique, y al resto decirles que no lo podía publicar todo junto…pero ya os tocará¡¡¡
    Saludos¡

  3. El mio y el tuyo

    guauuuuu… un club de fans para hideeeeee…… queremos más!!

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